Fiscalidad
regaliana
a) Pecha: 5.000 sueldos
de los vasallos cristianos, 600 sueldos de los vasallos moros. Si tomamos
las cifras de 1495, había en el señorío 330 "casas"
de las cuales 30 eran de moros, lo cual significa que el vasallo cristiano
se gravaba con 16,6 sueldos por unidad, mientras que en el caso de los
moros resultaba 20 sueldos.
b) El maravedí:
Abonable cada siete años. Consistía en pagar siete sueldos
por casa al final del citado periodo.
c) Las sisas: Sabido
es que tradicionalmente todos los estamentos sociales aragoneses pagaban
sisas los tres primeros años, y los tres últimos, en los
lugares de señorío, quedaban para el señor. Este era
el caso de Ariza. Según fuera sencilla o doble, al señorío
lo correspondía pagar 706 libras 13 sueldos o 916 libras 16 sueldos
(14.133 sueldos y 18.336 sueldos respectivamente), correspondiendo a cada
fuego 13 sueldos o 16 sueldos, salvo el caso de Ariza, con 16 sueldos y
22 sueldos.
d) Maridaje: Ayuda
en el casamiento de los hijos, no determinada.
También se presenta
información sobre algunas de las posesiones patrimoniales del señor,
como eran las tierra de la sierra, en Monreal y otras en Bordalba, todas
ellas arrendadas a vasallos en las siguientes condiciones: Monreal, por
el arrendamiento de las tierras de la sierra, 200 fanegas antiguas de trigo.
Bordalba, por el arrendamiento de "ciertas" tierras, 150 fanegas antiguas
de trigo. Bordalba, por el arrendamiento de 100 fanegas de tierra deben
pagar anualmente al sacerdote elegido por el señor 80 fanegas de
trigo para celebrar misas.
En grado no determinado claramente
se hallarían otros bienes sugeridos por los 100 sueldos que debían
recibir de la carnicería de los moros de Ariza; el "tercio" del
arrendamiento de las panadería de Alconchel, el derecho de arrendar
las carnicerías del mismo lugar (de los que debía recibir
40 sueldos, 10 arrobas de sebo y el descuento de 1 dinero en libra de carne)
y de los herbajes de la "villa y tierra", exceptuándose las dehesas
y cercados de los vasallos, a quienes permitía apacentar sus rebaños
sin que pudieran ser molestados por los arrendadores.
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